[Traducido y adaptado por universoelectrico.info del artículo original «MARS and the GRAND CANYON«]
La mayoría de la gente piensa que los expertos coinciden en la explicación del origen de un lugar tan grandioso como es el Gran Cañón. Sorprendentemente esto no es así. Es un enigma. El último intento para comprenderlo tuvo lugar en junio de 2000, en el “Grand Canyon Symposium”.
Generalmente, al río Colorado se le considera responsable de excavar el terreno y crear el Cañón. Sin embargo, antes de que la presa Glen Canyon contuviera su imponente caudal, parecía totalmente inadecuado que el río hubiera formado tal espectáculo geológico. El río Colorado fluye hacia el Oeste desde las Rocosas y encuentra en su camino una meseta elevada conocida como Kaibab Upwarp. En vez de rodearla, continúa a través de la meseta.
¿Cómo pudo hacer eso? Se sabe que el río es mucho más joven que la meseta, por lo que no pudo excavar progresivamente el Cañón, incluso si el terreno se hubiera elevado muy lentamente. En cualquier caso, la mayor parte del material que fue extraído del Cañón ha desaparecido, de acuerdo a un informe del simposio, dejando en muy mal lugar la teoría de que una simple y progresiva erosión logró que el agua creara el Cañón que vemos hoy en día.
Ahora consideremos una solución del siglo XXI al enigma de cómo se formó el Gran Cañón, basada no solo en evidencias terrestres, sino también en datos obtenidos por sondas espaciales y en datos suministrados durante más de un siglo de trabajos experimentales y teóricos en los laboratorios de plasma.
A menudo, el Gran Cañón ha sido comparado en forma, aunque no en tamaño, con los gigantescos cañones de Valles Marineris del planeta Marte. Debido a esta similitud, se pensó inicialmente que Valles Marineris fue creado por la erosión de enormes cantidades de agua en alguna época de la historia marciana, supuestamente más húmeda. Esa idea ya ha sido abandonada debido a que no existe evidencias ni de erosión por agua ni de su embalse. La explicación más aceptada hoy en día es que en la superficie de Marte se ha abierto una gigantesca grieta tectónica, parecida a la grieta del África oriental. Este tipo de grietas vienen usualmente acompañadas por actividad volcánica, que incrementa el flujo de calor desde el interior. Pero todavía no hay evidencia de este aspecto volcánico necesario en Valles Marineris. Existen también muchos cañones tributarios del principal, cortos y profundos, que requieren una explicación diferente. La aceptada es la acción de cortes sesgados por la erosión de aguas subterráneas.
Tanto en la Tierra como en Marte los cañones parecen haber sido cortados limpiamente en una superficie plana elevada. Existe muy poco daño colateral en la superficie. ¿Es probable que dos causas diferentes pudieran finalmente crear paisajes tan similares en dos planetas distintos?
Los dos enormes cañones nos enfrentan con un enigma. ¿Existe una respuesta sencilla?
En el corazón de la geología y de los estudios planetarios existe un proceso de razonamiento denominado “abducción”. Es una forma de lógica cuya principal premisa es cierta y la premisa menor es probable. Consideremos la cuestión de la erosión por líquidos. La premisa principal sería “Todos los canales sinuosos se forman por la erosión de un líquido” y la premisa menor sería “Nirgal Vallis de Marte es un canal sinuoso”. Por lo tanto, la deducción que sigue es: “Nirgal Vallis se formó por la erosión de un líquido”.
Sin embargo tal razonamiento puede ser engañoso si la premisa principal no es cierta. Marte en un planeta desértico sin posibilidad de que existan, ni hoy ni en tiempos pasados, caudales líquidos. Pero por su aspecto, da la impresión de que los enormes canales hayan sido escarbados hace poco tiempo. Esto podría ser suficiente para dudar de la premisa principal. Sin embargo una débil lógica nos fuerza simplemente a concluir que debió existir gran cantidad de agua en el pasado de Marte. Es el consenso actual. Así pues, el agua perdida ha debido de ser convenientemente consignada fuera de nuestra vista, bajo la superficie marciana. Lo mismo se ha dicho de los canales de la Luna, antes de que las misiones del Apolo lo probasen de otro modo. Una vez más, esta aproximación con poco rigor ha conducido a un enorme gasto en nuevas naves y misiones para detectar hielo bajo la superficie de Marte.
¿Qué ocurriría si la premisa principal fuera completamente errónea?
¿Y si ninguno de los canales sinuosos (surcos) de Marte, Venus y nuestra Luna, hubieran sido originados por caudales líquidos? Esta es una cuestión clave que debe ser resuelta antes de que nos dirijamos a los cañones más complejos de Marte y de la Tierra. Los surcos tienen la misma forma en todos estos cuerpos y todavía nadie propone seriamente que debamos buscar agua en la caldera que es la superficie de Venus o en la Luna. En su lugar, es la lava caliente líquida la que ha sido llamada a conformar estos caudales líquidos. El problema es que la lava tuvo que permanecer líquida durante cientos, o en algunos casos, miles de kilómetros. Así pues, se añadieron capas de roca hasta formar tubos de lava. ¡Pero algunos de ellos necesitaron tener una anchura de kilómetros!. Algunos surcos en la Luna y Venus tienen más anchura que los tubos de lava más largos de la Tierra. Y estas capas de lava tuvieron que colapsar después para que quedasen expuestos los canales. Pero no hay restos de capas colapsadas en ninguno de los surcos. Los surcos están todos tallados limpiamente en la superficie del planeta.
Un buen ejemplo de surco lunar, fotografiado con gran detalle por los astronautas del Apolo, es el Schröter’s Valley (izquierda). El canal parece reciente. Una vez más, ha desaparecido el líquido que se supone ha cincelado el terreno. No hay caudal de lava. Y la lava no puede filtrarse en el suelo y ocultarse como si fuese un depósito de agua. Hay algo que no cuadra en la imagen. La premisa principal debe ser errónea.
En estos canales existen características mucho más misteriosas. El final de sus “cauces”, más anchos, están a más altitud que su “origen”, estrecha, como si lo que fuera que los formó violara las leyes de la gravedad. Otros atraviesan las cadenas montañosas como si no existiera un obstáculo. Algunos tienen cráteres circulares a lo largo de toda su longitud, otros parecen haber sido formados por una serie continua de hoyos. La mayoría termina en un cráter. Debido a los muchos cráteres encontrados dentro o en las cercanías de ellos, datando los surcos mediante el cuenteo de los cráteres, parece como si fuesen más antiguos que la superficie en la que se han abierto camino. Los canales son a menudo mucho más sinuosos para su anchura o pendiente de la superficie, que lo que cabría esperar si hubieran sido escarbados por un líquido. Algunos tienen un canal más pequeño y más sinuoso dentro de su propio cauce. Algunos tienen el fondo plano y las paredes empinadas. Otros tienen una profunda sección transversal en forma de V. Los canales tributarios, si los hay, a menudo son cortos, finalizan en un hueco circular y se juntan con el canal principal en ángulos casi rectos. La fuente o hundimiento del agua permanecen invisibles. Y la cuestión está ahí: ¿Dónde fue a parar todo el material extraído del canal?
¡La respuesta ha estado disponible durante más de 30 años! Fue proporcionada por el ingeniero Ralph Jüergens (Flagstaff, Arizona, USA). En una serie brillante de trabajos, demostró que los flujos de líquidos no son ni adecuados ni necesarios para explicar la existencia de los canales semejantes a ríos, sobre planetas y sus lunas. Mostró cómo las extrañas características de esos canales pueden ser escaladas a una dimensión menor e identificadas con el tipo de efectos causados por los potentes rayos que impactan con la superficie de la Tierra. Así pues, aunque Marte hubiera tenido en el pasado una superficie húmeda, sus vastos canales no hubieran sido esculpidos por el agua.
Cuando observamos el patrón dejado por la huella de un rayo, vemos los característicos surcos en miniatura. Este fenómeno eléctrico muestra la misma estructura y forma, tanto en una escala de centímetros como en una escala de miles de kilómetros. Por eso hemos dicho varias veces en esta web que los efectos del plasma son escalables. De hecho, se ha visto en experimentos eléctricos de alta energía que los mismos patrones de comportamiento pueden ser escalados hacia arriba ¡100 millones de veces! (desde un laboratorio hasta un planeta). Debido a esto, la forma de las “cicatrices” en aisladores y semiconductores y/o la superficie erosionada de objetos sometidos a descargas o chispas, vistos al microscopio, pueden utilizarse como análogos de los efectos eléctricos en la superficie de los planetas. La cosmología del plasma puede realizar, bajo control, sencillos experimentos sobre la Tierra, encaminados a resolver enigmas que han acosado a los planetólogos durante décadas.
Sin lugar a dudas, Valles Marineris es la cicatriz dejada en el terreno por un arco eléctrico. Jüergens lo identificó hace más de 30 años a partir de las imágenes de la nave Viking Orbiter:
… En mi opinión, esta zona en su totalidad no se asemeja a otra cosa más que a un área socavada por un potente arco eléctrico avanzando vacilante a lo largo de la superficie, dividiéndose ocasionalmente en dos y debilitándose, de modo que su traza se estrecha e incluso se degrada en líneas de cráteres inconexos. ¿Es posible que Marte fuese liberada de varios millones de kilómetros cúbicos de tierra y roca en un simple encuentro con otro cuerpo planetario?
Aludiendo a la Mitología, son muy significativas las palabras de Homero:
“Atenea (Venus) dirigió su lanza directamente hacia su [de Ares (Marte)] vientre, donde se ceñía su ropaje: la punta penetró y rasgó su carne… [y] tronó como una trompeta…”
¿No se trata de una descripción tan familiar como la de un rayo en una tormenta?
La explicación de Jüergens requiere una historia reciente del Sistema Solar más dinámica, completamente diferente de la que nos han hecho creer. Añade especialmente en la astrofísica una dimensión eléctrica, que no se encuentra en ningún libro de texto. Podemos pensar que los geólogos están bastante perdidos cuando se enfrentan con la erosión eléctrica. Cuando los planetas de acercan entre sí, se producen enormes descargas eléctricas entre ellos. Estas descargas son perfectamente capaces de arrancar rocas y gases de un planeta contrarrestando su débil gravedad. Y deja de esa manera las características “cicatrices” o surcos. Así, se puede explicar porqué unos dos millones de kilómetros cúbicos de material han desaparecido de Valles Marineris junto con un 90% de la atmósfera que se piensa que Marte debería tener. Un arco subterráneo a través de un estrato eléctricamente coherente puede explicar la morfología de Valles Marineris. El paralelismo entre los cañones se debe a la atracción magnética de los filamentos de corriente a gran escala y su fuerte repulsión electrostática a pequeña escala. Particularmente significativos son los pequeños surcos paralelos compuestos esencialmente de cadenas de cráteres. A la descarga eléctrica le sigue una explosión subterránea que se desplaza y que forma limpiamente los cañones tributarios con sección en «V».
De forma similar, este tipo de sección en «V» es habitual en cráteres que se forman mediante explosiones atómicas subterráneas. Los extremos circulares de los tributarios, donde comienza la explosión, tienen precisamente esta forma. Hay que notar también que los cañones tributarios del perfil sur de Valles Marineris intersectan unos con otros en ángulos casi de 90 grados. Esto puede deberse a descargas sucesivas en el mismo área, atrapando la descarga principal mientras se traslada por Ius Chasma. Ninguna erosión producida por agua sería capaz de generar canales cruzados como estos. La apariencia aflautada de las paredes del cañón principal se debe probablemente a la misma acción explosiva desplazándose.
El modelo eléctrico proporciona con mucho la solución más simple jamás considerada antes en el campo de la sedimentación. El material levantado eléctricamente de un cuerpo durante una descarga eléctrica cósmica se transfiere en su mayor parte al otro cuerpo. Esto crea una estratificación de sedimentos generalizada en la superficie. La Luna también muestra evidencia extensiva de estratos y está cubierta de cicatrices eléctricas.
Las explicaciones sobre cómo se ha esculpido Valles Marineris se aplican de la misma forma al Gran Cañón.
Todas estas características principales que hemos visto en dos planetas muy diferentes, son similares por la simple razón de que han sido creados por las mismas fuerzas. El agua no estuvo involucrada en el proceso. Veamos sus similitudes:
- El Gran Cañón se encuentra sobre una alta meseta.
- Los tributarios son incisiones en el terreno profundas, cortas y tienden a finalizar en áreas redondeadas. Los cañones tributarios de Ius Chasma son, de forma sorprendente, similares a los del Gran Cañón.
- El material excavado del Gran Cañón parece haber desaparecido.
En una Tierra acuosa, el río Colorado simplemente se aprovechó del canal sinuoso excavado por la descarga cósmica en la superficie. Las paredes del Gran Cañón no están redondeadas y no muestran erosión en los valles de más de 1 km de profundidad. Esto indica una formación bastante reciente. Los geólogos no pueden descifrar la historia del Gran Cañón debido a que nunca se han llegado a imaginar una erosión eléctrica como resultado de descargas interplanetarias. Ni tampoco se les ha enseñado que gruesos estratos y depósitos anormales pueden ser depositados desde el espacio en cuestión de horas.
Las fuerzas eléctricas interplanetarias pueden elevar montañas, plegar estratos o volcar océanos enteros sobre el terreno, todo en un instante geológico. Pero desde Charles Lyell (1797-1875, creador del gradualismo geológico), los geólogos nos han intentado adormecer con vastos períodos de tiempo y efectos graduales para cada aspecto morfológico del paisaje terrestre. La pregunta que debería plantearse es si estas causas tan sumamente lentas que ellos argumentan, son suficientes para afrontar y resolver las tareas que se les ha encomendado.