El cometa Venus

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Venus rodeado de una aureola y una tenue nube, con las Pléyades a la derecha
Venus rodeado de una aureola y una tenue nube, con las Pléyades a la derecha. Derechos: Tamás Ladányi (Lago Balaton, Hungría,12 abril 2015)

A partir de un estudio de antiguos documentos, el polímata y catastrofista Immanuel Velikovsky (1895-1979) concluyó que el planeta Venus presentaba una apariencia cometaria hace algunos miles de años.

En lugar de una respuesta pueril de censura y de rotunda condena, el mundo académico debería haber dedicado sus esfuerzos a un examen cuidadoso e imparcial de las fuentes utilizadas por Velikovsky.

La evidencia que manejaba Velikovsky para el «cometa Venus» incluía la descripción que nos dejaron los antiguos pueblos de México acerca de un «Venus humeante». Relataban ciertos hechos supuestamente históricos en sus «tradiciones ancestrales escritas en una época precolombina». El sabio no parece que hubiera consultado la fuente a la que hacía referencia, escribiendo erróneamente el nombre de un editor antiguo. Hablamos del códice azteca Telleriano-Remensis, comentado por frailes españoles en los años 1553-1563 de nuestra era. Contiene varias ilustraciones de un Venus «humeante» como un trozo de cielo circular con una gran estrella central y volutas de humo saliendo del mismo.

El texto en español que lo acompaña registra una serie de observaciones confusas contemporáneas sobre Venus.

Cómo lo describieron en la antigüedad

Según la traducción de Eloise Quiñones Keber:

«Año de las dos casas (Casa dos) y en 1533 hubo un terremoto. Y vieron humo viniendo de la estrella llamada Citlal Choloha, que una que llamamos Venus, una estrella que consideraban muy importante.»

«Año de los tres conejos (Conejo tres) y en 1534 Don Antonio de Mendoza vino como vicerey de la Nueva España. Saben que la estrella echa humo.»

«En este años de cuatro juncos (Junco cuatro) y 1535 la estrella está humeante.»

«Este año de seis casas (Casa seis) y 1537 los negros intentaron sublevarse, en la ciudad de México los instigadores fueron ahorcados. La estrella estuvo humeando y hubo un terremoto, el peor que he visto, incluso habiendo visto ya muchos en estas tierras.»

«Año de ocho juncos (Junco ocho) y 1539 … La estrella estuvo humeando.»

El misterio de la cola de Venus

Estas referencias conservaron observaciones históricas de Venus entre los años 1533 y 1539 de nuestra era. ¿Qué era lo que estaba humeando?

(VER AQUÍ para comprender los términos anteriores «casas, conejos, juncos y pedernales» empleados en el calendario sagrado azteca).

Incluso a pesar de la cortina de humo de Velikovsky, está claro que el cronista azteca registró algún tipo de evento inusual y transitorio. Ignorando la asociación con Venus, el etnólogo alemán Ulrich Köhler (1937-?) relacionó estos informes con avistamientos de cometas. Sin embargo, aunque a los aztecas se les reconoce haber denominado «estrellas humeantes» (citlalin popoca) a los cometas, el mismo códice al que pertenecen las citas anteriores diferencia claramente los cometas (xihuitli) y los eventos de Venus.

El planeta Venus "humeante", tal como fue visto en 1535 y representado en el Códice Telleriano-Remensis
El planeta Venus «humeante», tal como fue visto en 1535 y representado en el Códice Telleriano-Remensis (1553-1563)

A los primeros se los representa como serpientes y, explícitamente, los etiquetan como «cometas». Esta diferenciación es significativa incluso si la palabra española «cometa» pudo haber significado «meteoro». Claramente, el punto de vista cometario de este rompecabezas es una auténtica cortina de humo.

Velikovsky confió en el naturalista y explorador Alexander von Humboldt (1769-1859), en lo que respecta a estos escritos aztecas. Éste sospechó de un desencadenante volcánico y trató de adaptar Venus. «Soy un ignorante acerca del fenómeno, el cual es a menudo designado por estas palabras…». El volcán de Orizava tenía el nombre de Citlaltepetl (montaña de la estrella) y podemos suponer que la historia del imperio comprendía las diferentes épocas de erupciones de este volcán.

Ahora cabría preguntarse ¿Qué fenómeno óptico pudo dar a Venus la apariencia de una estrella «humeante»? ¿Se trataba de una especie de halo rodeando el planeta?

El cometa Venus en escritos antiguos

Cuando el volcán de Orizava se sitúa al este de la ciudad de Cholula, y su ardiente cráter se asemeja a una estrella naciente durante la noche, el volcán y la estrella de la mañana pueden quizás, en lenguaje simbólico, ser confundidos entre sí.

Un informador anónimo de los Pipil (pueblo de los Nauas) (oeste y centro de El Salvador), descendiente de los antiguos aztecas, nos aporta una pista importante. Narra la relación entre Venus, como estrella de la mañana (neštamaláni), y las estrellas fijas:

«Pero puede prenderse fuego cuando se alcanzan el uno al otro: esta estrella de la mañana se prendió una vez. Cuando terminó de quemarse comenzó la epidemia de viruela. Sólo quedaron algunas chozas destrozadas, todos sus moradores perecieron. Lo he visto por mí mismo, cuando esta estrella de la mañana se quemó, -ocurrió hace dos veces veinte y diez y otros cuatro años».

El antropólogo que registró estas palabras en 1930, ignorando el paralelismo con el Códice Telleriano-Remensis, recurrió de nuevo a los cometas para dar una explicación:

«En combate con las estrellas fijas, Venus puede incendiarse. La fecha que el narrador da podría apuntar aproximadamente al «cometa 1877 III» descubierto por Coggia. Pasó tan cerca de la Tierra en julio, que era fácilmente visible en los cielos vespertinos de El Salvador, con una magnitud de 1,3. Al mismo tiempo, Venus era la estrella del ocaso, pero el cometa se mantuvo alejado de él.»

Los Pipil eran conscientes de la naturaleza astronómica de Venus como estrella matutina y vespertina. Aún así, la explicación es demasiado artificiosa, pues tanto Venus como el cometa de Coggia (C/1874 H1) nunca fueron vistos cerca el uno del otro. Tampoco hay una constatación objetiva de lo que ocurrió en esas fechas y no convencen otras posibilidades.

Hipótesis acerca del aspecto cometario de Venus

La luz zodiacal puede envolver Venus, pero no aparenta emanar de él como si fuera humo ocupando una vasta región del cielo. El conflicto entre las estrellas sugiere turbulencias, como una lluvia de meteoritos, pero no está claro cómo pudo afectar al brillo de Venus. No podemos recurrir de manera aventurada a la formación de una cola magnética de Venus. De hecho, ningún astrónomo europeo ha observado tal cosa en los últimos 500 años. Y sin embargo sí lo hicieron los indígenas de México.

Formación de una cola en Venus, debida al plasma originado por el viento solar
Formación de una cola en Venus, debida al plasma originado por el viento solar. Consultar Phys.org

Cualquiera que sea la explicación, podría parecer que el «humo» de Venus es su «combustión». Además, tales incidentes -considerados como presagios- ocurrieron durante un período histórico de décadas o siglos. Hay que descartar cualquier escenario dramático tal como el cometa de Venus de Velikovsky. La solución más prometedora sería un efecto óptico atmosférico, tal como sugirió von Humboldt.

Toman fuerza tres posibilidades. La primera, el «halo formado alrededor del planeta», de von Humboldt. Corresponde al fenómeno conocido como aureola planetaria o corona, descrito en los tratados meteorológicos: «En ocasiones, pequeñas coronas débilmente luminosas son vistas entorno a Venus, Júpiter algunas estrellas brillantes».

La segunda: «humo» de Venus referido a los llamados destellos verdes o azules del planeta. A menudo son causados en posiciones helíacas por perturbaciones en la atmósfera de Venus y Mercurio, que a veces se observan con forma de estrecha «luna creciente». Ocasionalmente centellean de manera apreciable. Incluso también Venus puede mostrar cambios de color cuando está cerca del horizonte. Cuando la perturbación del aire es muy pronunciada y los planetas están cerca del horizonte, se aprecian algunos cambios de intensidad.

Un posible efecto óptico como causa

La tercera hipótesis es que incluso posible que Venus pueda producir su propia gegenschein. Se trata de una débil luminosidad del cielo nocturno en la región de la eclíptica visible en la dirección opuesta al Sol. La luz es dispersada por pequeñas partículas de polvo interplanetario. El gegenschein se distingue de la luz zodiacal cerca del Sol por el elevado ángulo de reflexión.

Imagen del gegenschein (mancha brillante central) junto con una portción de luz zodiacal, Observatorio Paranal
Imagen del gegenschein (mancha brillante central) junto con una portción de luz zodiacal, Observatorio Paranal (Chile). Créditos: NASA/Yuri Beletsky

Todos estos efectos ópticos son modulados por cambios en la composición de la atmósfera, incluyendo la dispersión de la luz por el polvo volcánico. Los eventos narrados en las crónicas aztecas pueden estar relacionados con la erupción del Cotopaxi (Ecuador) en 1532 y 1534. El cataclismo provocó un terremoto de magnitud 4 según el índice de explosividad volcánica (VEI).

De todas formas, no se necesita una componente volcánica. Las aureolas y destellos ocurren en cualquier caso en Venus. Así, la intuición de von Humboldt de una «ilusión óptica» merece ser tenida en cuenta. Sin embargo, su idea de que los nativos de una región con actividad volcánica mezclarían el resplandor nocturno de un volcán con la estrella matutina, no es atractiva. En todo caso, es más probable que aquellos habitantes encontrasen una relación causal entre las erupciones del volcán y las transformaciones de Venus.

La hipótesis de Velikovsky sigue viva

Las representaciones de un Venus «humeante» en el códice azteca son consistentes con el enfoque óptico. Una aureola naranja rodea a la «estrella» central Venus y a otras estrellas o chispas. Mientras, fragmentos del humo emitido representarían a una débil nube. La aureola de Venus sería redonda u ovalada, como se observa en los grabados. La obsesión general mesoamericana con Venus garantizaría la importancia imputada a unas simples difracciones.

Volvamos a la descripción que se hacía de los cometas como «estrellas humeantes». Parece indicar que los aztecas usaban palabras como «humeante» y «ardiente» para cualquier clase de resplandor transitorio en el cielo. Esto también incluía las colas de los cometas y los halos planetarios. Esta práctica es comparable a la teoría de algunos filósofos grecorromanos. Estos pensaban que los cometas, auroras y meteoros eran «exhalaciones» de la Tierra.

Los cometas o una fase cometaria de Venus no están indicados ni en la crónica azteca ni en el relato de los Pipil. Incluso si este ladrillo debe ser eliminado del edificio intelectual de Velikovsky, otras antiguas tradiciones proporcionan una robusta evidencia. Debió existir una estrella cometoide matutina o verpertina. Sin embargo, esto debe todavía ser explicado físicamente. Por consiguiente, la tesis general de Velikovsky todavía sigue viva.

[ Fuentes consultadas: Thunderbolts.info, Smoke Without Fire Part One, Smoke Without Fire Part Two, Mythopedia.info ]

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